Sergio Massa se enteró en Washington que la portavoz presidencial Gabriela Cerruti había resuelto vincular a Javier Milei con los saqueos y enfureció. Su anuncio del préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que Massa necesita multiplicar como un milagro para frenar nuevas corridas cambiarias, se diluía detrás de las acusaciones de la portavoz. “No hay tales saqueos”, escribía Cerruti, mientras que en José C. Paz decenas de personas irrumpían en un supermercado Día para vaciar las góndolas. El equipo de campaña de Massa era para entonces un volcán en erupción contra Cerruti. Intentaban comunicar estabilidad y la portavoz denunciaba conspiraciones políticas. Cerruti se había designado jefa de campaña. No se tomó la molestia de consultar al candidato.