Los vecinos denuncian que están a merced de bandas juveniles que roban para drogarse, ante la inacción policial; piden que la Gendarmería se haga cargo de la situación
Acá vivía Morena Domínguez, la nena de 11 años que fue asesinada ayer. Del barrio también son los presuntos asesinos, Miguel Ángel Madariaga, de 28 años, y su hermano, Darío, de 25. Dicen los vecinos que en distintas esquinas de la zona vieron a policías tomando cerveza con “los chorros”, que las bandas siempre se enteran cuando va a haber un allanamiento y que, “hartos” de la policía bonaerense, piden presencia de la Gendarmería Nacional.
“No nos importa que nos revisen hasta adentro del pantalón para entrar al barrio, pero queremos a la Gendarmería, queremos seguridad. Que se vaya el comisario de la 5ª de Lanús”, dice Cintia, que vive Acuba 2, y prefiere no dar su apellido por miedo a represalias. Es que, cuando las cámaras se van, ellos se quedan.
Sin embargo, Adrián Vallejos, de 42 años, sí quiere dar su nombre completo. Sus hijas, una de la edad de Morena, sufrió un hecho violento dentro del barrio, no fue un robo. Él señala varias esquinas en las que paran las bandas que roban en moto, según él, para luego comprar paco.
Por ejemplo, marca a la intersección de Emilio Castro y Coronel Osorio como una esquina caliente, donde le roban a los médicos que trabajan a una cuadra de ahí, en la Unidad Sanitaria Centro Piloto de Villa Jardín. O el cruce de General Olazábal y María Teresa, o el de Manuel Maza y Potosí. Todos esos son lugares donde, indica, se juntan bandas que asaltan a peatones y conductores de autos y motos.
“Le roban a la gente que camina, a los deliveries, a los médicos. Compran armas como si nada, es una locura. Y todo el mundo sabe cuáles son las esquinas, lo sabemos nosotros y la policía también”, lamenta Vallejos.
Muchos vecinos apuntan, dentro de Acuba 1 y 2, a la banda de un tal Marcelo “El mono” Rodríguez, a quien describen como un puntero que aglutina una banda de delincuentes que roban por la zona. A veces son celulares, otras son autos que luego desarman en la misma calle María Teresa.
María Cuyurí, de 53 años, vive en Acuba 1 y conoce los rostros de las personas peligrosas del barrio, los horarios y la manera en la que se roban “de todo”.
“Al lado del barrio hay una fábrica de colchones; han hecho agujeros en las paredes de la fábrica para entrar a robar cables. La mayoría son pibes adictos al paco, que roban y compran, roban y compran”, describe.
Unos minutos después de que partiera el cortejo fúnebre con los restos de Morena, los autos con las coronas de flores pasaron por la puerta de la Escuela Almafuerte, donde asistía. Ahí, el suelo estaba repleto de globos blancos que llevaban escrita la frase “siempre en nuestros corazones, Morenita hermosa”.
Graciela Direnzo, de 60 años, estaba llorando sin consuelo mientras el féretro con los restos se alejaba. Ella vive en Villa Jardín, cerca de la escuela, y decía no soportar más la inseguridad. Repetía la frase “tres veces tuve un arma en el pecho”.
Casi todos, mientras avanzaban los autos, pedían justicia. Gritaban por más seguridad y muchos se acordaron de que el domingo serán las PASO. El desenganche con la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida a través del voto era total. De hecho, se coreaba la idea de no ir a votar.
“Ni en blanco, directamente no hay que ir, no vamos a ir. No debería ir nadie a votar. Son todos una basura”, exclamaba Gisella Blanco, de 34 años, que vive en Villa Diamante.
Los hermanos acusados de matar a Domínguez mientras caminaba hacia la escuela se negaron a declarar este jueves a la tarde ante la fiscal Silvia Bussano, que está a cargo de la investigación del crimen. Están imputados del delito de homicidio en ocasión de robo en concurso real con encubrimiento, que tiene prevista una pena máxima de 25 años de cárcel.
La imputación por encubrimiento se debe a que la moto secuestrada a los sospechosos y que, se presume, fue utilizada por los motochorros, tenía pedido de secuestro porque había sido denunciada como robada.
Morena, según la autopsia, murió por un desgarro en el hígado producto del golpe profundo que recibió.
Fuente: La Nación.