El poder y la fidelidad que supo ganar el caudillo renovador Carlos Rovira en la provincia es incuestionable, el mismo, y a lo largo de los años, lo fue revalidando elección a elección.
Si bien en la política es difícil encontrar invictos, para poder señalar un revés en su figura debemos remontarnos a la cruzada encabezada por el obispo Joaquín Piña, quien lideró el frente “Unidos por la Dignidad” como primer convencional constituyente.
El catalán a cargo de la diócesis de Puerto Iguazú y con el apoyo del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, derrotó al oficialismo misionero en su intento de habilitar la reelección indefinida modificando la Constitución Provincial.
En estas elecciones presidenciales, Rovira, para salirse -no del todo- del consolidado y aceptado modelo «misionerista» debió tener fundados motivos que muchos suponen pero solo él conoce, la argumentación dialéctica ultra repetida de que «Massa es el candidato más federal» no es creíble.
Massa jamás pudo encajar en el gusto de los misioneros, incluso dentro de los dirigentes del espacio oficialista aliado a su figura.
Las elecciones darán su veredicto, si el líder renovador volvió a acertar con su plan estratégico o si sufre una derrota política que no conoce desde el 29 de octubre del 2006, cuando Piña le puso un freno a la comentada reforma, imponiéndose por el 55% contra el 43% de los votos.