Los subsidios directos ganan terreno sobre cortes de cintas en tiempos de campaña

En años anteriores, la culminación de una campaña presidencial estaba marcada por inauguraciones de obras públicas, siendo éstas la moneda de cambio de las administraciones para ganar adeptos. Sin embargo, estos tiempos han cambiado, y ahora el foco se encuentra en los subsidios directos y en la distribución de «dinero fresco».

El gobierno nacional, urgido por necesidades electorales, ha optado por priorizar los subsidios directos sobre las obras. Las inauguraciones, que antes eran una constante, han disminuido considerablemente. Una de las pocas excepciones recientes fue la apertura del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK). Sin embargo, otros factores, como la ausencia de figuras políticas relevantes, han reducido aún más el protagonismo de las obras en la campaña.

El Presidente Alberto Fernández ha tenido una presencia mínima en la campaña, y muchos de sus viajes y actividades se realizan sin la compañía de otros líderes políticos relevantes. Cristina Kirchner, por su parte, ha tenido pocas apariciones públicas relacionadas con la aviación.

Las cifras del presupuesto demuestran este cambio de enfoque. El Ministerio de Desarrollo Social ha gastado ya el 82,34% de su presupuesto anual, enfocándose principalmente en subsidios y programas sociales. En comparación, ministerios antiguamente destacados por sus inauguraciones, como el de Obras Públicas y el de Desarrollo Territorial y Hábitat, han ejecutado solamente el 56,79% y el 46% de sus presupuestos respectivamente.

Esto refleja una prioridad hacia programas como la tarjeta Alimentar y el plan Potenciar Trabajo. Mientras que el Ministerio de Transporte ha mostrado un buen índice de ejecución, se ha centrado más en los subsidios al transporte que en la inversión en infraestructura.

El cambio en la estrategia electoral es evidente. Se considera que otorgar subsidios directos tiene un impacto más inmediato y amplio en la población que construir 100 casas, por ejemplo. Sin embargo, la falta de inversión en infraestructura y soluciones a largo plazo para problemas críticos, como la vivienda, sugiere una falta de políticas públicas serias y sostenibles. En este escenario, la infraestructura espera una atención real mientras que el voto se busca ganar con medidas más inmediatas.

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