En agosto de 2023, Argentina experimentó una tasa de inflación del 12.4%, el nivel más alto en más de 20 años. Este aumento considerable es atribuido a la devaluación que ocurrió después de las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y la extensión del impuesto PAIS a todas las importaciones a finales de julio.
Esta alta inflación impactó severamente en los precios de los alimentos, que experimentaron una subida de 15,6%, destacando especialmente el aumento en los costos de las carnes y derivados, y de verduras, tubérculos y legumbres. La salud y el equipamiento y mantenimiento del hogar no se quedaron atrás con aumentos significativos de 15,3% y 14,1% respectivamente.
La devaluación del peso argentino, que alcanzó un 27% bajo un acuerdo entre el gobierno y el FMI, se manifestó con mayor fuerza en la última mitad de agosto. Esto anticipa que los datos de septiembre probablemente también mostrarán una inflación en dos dígitos. Las estimaciones actuales sugieren que la inflación podría alcanzar un rango entre 150% y 190% para diciembre, superando ampliamente las previsiones oficiales.
El gobierno, liderado por Sergio Massa, ha intentado mitigar el impacto de la inflación con varias medidas, incluyendo la fijación del tipo de cambio oficial y el lanzamiento de un paquete de ayuda que incluye bonos y aumentos para los trabajadores. Además, se ha elevado el piso mínimo para el impuesto a las ganancias a 1,770,000 pesos argentinos.
Los economistas predicen que el traslado de la devaluación a los precios aún no ha terminado y se espera que continúe impactando en los precios en septiembre. Se advierte que las medidas actuales del gobierno pueden tener sólo un efecto a corto plazo y que será necesario hacer ajustes sustanciales post-elecciones, lo que podría llevar la inflación hasta el 190% en diciembre según algunos pronósticos.