Ali Bongo Ondimba, presidente de Gabón derrocado por militares, ha estado en el poder desde 2009, sucediendo a su padre Omar Bongo, quien gobernó durante cuatro décadas. Antes de su destitución, Bongo estuvo marcado por disputas electorales y problemas de salud que generaron dudas sobre su aptitud para el cargo. A pesar de ganar las recientes elecciones presidenciales con el 64.27% de los votos, oficiales del ejército declararon la nulidad de las elecciones, disolvieron todas las instituciones de Gabón, y lo detuvieron por varios cargos.
Bongo, nacido en el seno de una familia rica y poderosa, tuvo un inicio de vida privilegiado pero enfrentó críticas por su derroche de riquezas en un país empobrecido. A pesar de haber asumido diferentes roles gubernamentales y haber sido reelegido en 2016, su gobierno estuvo marcado por violentos enfrentamientos y acusaciones de fraude. Además, su presidencia ha sido objeto de escrutinio judicial en Francia debido a acusaciones de malversación, lavado de dinero y corrupción.
El golpe de Estado en Gabón sigue una serie de levantamientos recientes en África, desafiando a gobiernos vinculados a Francia, su antigua potencia colonial. A pesar de los intentos de Bongo por presentarse como un agente de cambio y renovación, y de sus esfuerzos por diversificar la economía y promocionar los tesoros medioambientales de Gabón, su derrocamiento refleja una creciente inestabilidad en la región.