Un ataque terrorista en la sala de conciertos Crocus City Hall, en las afueras de Moscú, ha conmocionado a Rusia, dejando al menos 115 muertos y más de 100 heridos. Los asaltantes, armados y vestidos de camuflaje, abrieron fuego contra una multitud de 6200 personas reunidas para un concierto del grupo Picnic. El Estado Islámico ha reivindicado la autoría del ataque.
El caos se apoderó del lugar cuando al menos cinco atacantes dispararon indiscriminadamente contra los asistentes, provocando una estampida. Los servicios de emergencia trabajaron arduamente para controlar un incendio de gran magnitud que se desató a consecuencia del tiroteo, mientras el techo de la sala de conciertos comenzaba a derrumbarse. Las autoridades rusas, en una búsqueda frenética, trabajan para dar con los responsables de este acto terrorista, calificado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia como un «crimen monstruoso».
El presidente Vladimir Putin ha sido informado sobre el incidente y ha estado recibiendo actualizaciones constantes. En respuesta, el gobierno ha intensificado las medidas de seguridad en toda la capital. La embajada de Estados Unidos en Rusia había advertido previamente sobre posibles ataques en Moscú, lo que subraya la tensión en la región.
El Kremlin ha advertido que tomará medidas drásticas si se demuestra la implicación de las autoridades ucranianas en el ataque. Por su parte, representantes de grupos paramilitares leales a Ucrania han negado cualquier participación en el incidente. Este ataque no solo ha dejado una profunda marca de dolor y pérdida, sino que también ha exacerbado las tensiones políticas en la región.
Extracto: Este trágico evento pone de relieve la vulnerabilidad de la seguridad en eventos masivos y la continua amenaza del terrorismo global.