Ados semanas de la segunda vuelta definitoria, se respiran aires de intranquilidad en los comandos de campaña de los dos finalistas. Les sobran razones.
Javier Milei está convencidísimo de la alianza con Mauricio Macri, quien ya le hizo llegar cierta encuesta en la que sobrepasa a Sergio Massa en la intención de voto. ¿Será confiable? El sondeo, se entiende, no Macri.
El candidato libertario considera que sin el respaldo macrista sería una utopía llegar a la presidencia. Incluso tomó nota, vía su hermana Karina sobre todo, de falencias agudas en su equipo si es que tiene que desembarcar en el Estado el 10 de diciembre.
Por eso lo sorprendió tanto –al punto de desencajarlo– el torbellino interno que cundió tras el acuerdo con Macri y Patricia Bullrich. Los ruidos empezaron a escucharse al filtrarse desde el entorno del expresidente las condiciones del respaldo.
Se agitaron nombres. Federico Sturzenegger, Guido Sandleris, Luis Caputo, Santiago Bausilli, José Torello, Paula Bertol, Guillermo Dietrich, Germán Garavano. Y se siguen sumando, como algún nuevo asesor de campaña para agregarse a Santiago Caputo.
Pero el mayor impacto fue la bajada de línea en LLA de reducir el nivel de exposición y dejar que el líder fuera la única voz, donde ya no habría lugar siquiera para el emblema temático de la dolarización.
No podés quedar siempre como un loco, Javier”, dicen que le dijo Macri tras aquella desquiciada aparición televisiva con Esteban Trebucq en A24. La reaparición en pantallas de Milei se dio esta semana en TikTok, con un video casero en el que el jefe libertario lee consignas opuestas a lo que planteó en su proselitismo previo. El tono bajo y la fonética ajada ni se alteraron a la hora del saludo final emblemático de “viva la libertad, carajo”. “Parecía una rendición”, comentó alguien que decidió tomar distancia de él.
Fueron varios los colaboradores que en los últimos días asumieron algún grado de lejanía. En la lista figuran los operadores Carlos Kikuchi, Sebastián Pareja, Julio Serna, legisladores electos (que emitieron un comunicado público) y los economistas Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Darío Epstein. Emilio Ocampo, el padre de la dolarización, se mantiene de pie y convoca a su equipo a gente de la Ucema.
Los números que manejan en UxP se emparejaron a gran velocidad. Vienen dos semanas de una tensión política mayúscula
Hubo convulsión también en LLA por el escándalo en torno a Juan Nápoli, derrotado candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires y presidente del Banco de Valores.
Una examante y abogada lo denunció por violencia de género y él la acusó de extorsionarlo, de ejercer la prostitución (admitió que le pagó) y de trabajar para servicios de inteligencia. Ella le atribuye, además, promesas de futuros puestos en el Estado y de haber difundido los viejos audios de Carlos Melconian, que acaba de ser desafectado de la Fundación Mediterránea. El caso se esparce con fruición por redes y canales de TV. Mentes conspiranoicas auguran próximas difusiones similares.
Milei le desmiente al que quiera escucharlo que Macri es el flamante interventor de LLA. “Solo se trata de apoyo electoral y de que nos ayuden con la fiscalización”, repite como un mantra, acaso en tren de autoconvencerse.
En público, Macri lo elogia como la única garantía de cambio que hay con vistas al 19 de noviembre. Cada vez que lo hace, Milei le envía un mensaje de agradecimiento.
Tal vez esa corriente de afecto limita al expresidente para contarle que se ha complicado la tarea de fiscalizar el voto libertario. Han llegado a sus oídos las quejas y resistencias de gobernadores e intendentes del PRO a movilizar un aparato exhausto y minoritario (al no contar con la UCR) para garantizar un voto ajeno.
Las vicisitudes también asomaron en el campamento massista. La insólita falta de combustible en todo el país cayó como una bomba en el Ministerio de Economía, que asistía con pochoclos al show de la pelea en JxC por la alianza Milei-Macri-Bullrich.
Aunque públicamente lanzó sus críticas hacia las petroleras, cuentan que Massa bramó hacia adentro contra Flavia Royon, la secretaria de Energía, y sobre todo puso la mira en YPF.
Al candidato-ministro le tuvieron que explicar que la petrolera bajo control estatal tenía previstas las paradas técnicas de sus refinerías en Luján de Cuyo y Ensenada. Se deberían haber hecho antes del 22 de octubre y se presionó para que ambas quedaran con fecha poselectoral.
En su pedido de explicaciones, Massa escuchó algo que lo alteró peor. Le contaron que tanto la línea directiva de YPF como su presidente, el santacruceño Pablo González, descreían de sus chances de llegar al balotaje, por lo que ya no habría razones electorales para seguir postergando la detención de las refinerías. Cuidado con el rencor massista.
Luego de la ventaja de siete puntos del domingo 22, los números que manejan en UxP con vistas a la segunda vuelta se han emparejado a gran velocidad. Los estudios cualitativos explican ese equilibrio a la suba de LLA por los votos que le suman Macri y Bullrich, al mismo tiempo que registran el efecto negativo de la escasez de combustible. Se entiende el enojo de Massa.
Vienen dos semanas de una tensión política mayúscula.