El recién elegido presidente de Argentina, Javier Milei, inicia su mandato con un mensaje contundente: “No hay plata”. Este enunciado, reemplazando su anterior retórica más agresiva, señala un cambio en su discurso y marca el inicio de una estrategia para implementar ajustes económicos severos en el país.
Milei, quien sorprendió con su victoria electoral sobre el oficialista Sergio Massa, interpretó su mandato como una autorización del electorado para llevar a cabo reformas económicas profundas, una posición que contrasta con la postura más moderada adoptada por anteriores líderes argentinos con inclinaciones liberales, como Carlos Menem y Mauricio Macri.
El nuevo presidente propone un ajuste económico que incluiría privatizaciones en diversos sectores, entre ellos los trenes, AySA, los medios públicos y YPF. También planea entregar Aerolíneas Argentinas a sus empleados, frenar la obra pública y limitar el reparto de fondos a las provincias, con un objetivo de recortar el gasto público en un equivalente a 5 puntos del PIB.
Este enfoque de Milei ha causado sorpresa y perplejidad en el kirchnerismo y otros sectores del peronismo. La diferencia de más de 11 puntos en la victoria sobre Massa sugiere que Milei ve en este resultado un mandato claro para implementar sus propuestas sin dilación.
Cristina Kirchner y otros dirigentes peronistas enfrentan el desafío de organizar una resistencia efectiva frente a un gobierno que parece decidido a romper con el orden establecido. La vicepresidenta Cristina Kirchner ya ha comenzado a evaluar sus opciones, mostrando signos de reconocimiento de la magnitud del cambio político.
La estrategia de resistencia del kirchnerismo y aliados podría verse complicada por la fuerte base de apoyo que Milei ha conseguido en 20 provincias y por su éxito en establecer la narrativa del debate público durante la campaña electoral. Además, la reacción de los sindicatos y movimientos sociales ante las propuestas de Milei sugiere que el camino hacia la implementación de sus políticas no será sencillo.
Javier Milei enfrenta el gran desafío de aplicar sus políticas sin provocar un impacto social negativo. A pesar de su convicción en la eficacia del mercado, la realidad de la implementación de sus políticas y sus consecuencias prácticas podrían requerir de él una mayor flexibilidad y empatía.