En un momento político delicado, la Unión Cívica Radical (UCR) atraviesa una profunda grieta interna en la Cámara de Diputados, exacerbada por los cuestionamientos a la conducción de Rodrigo de Loredo. Más de un tercio de los 34 legisladores del bloque se opone firmemente a las propuestas del Gobierno, desafiando la estrategia conciliadora adoptada frente a la ley ómnibus.
Esta situación refleja no solo la tensión generada por los recientes ataques de Javier Milei y su bloque libertario, sino también las divisiones internas entre los distintos sectores del radicalismo. Por un lado, el sector más crítico, liderado por Facundo Manes, y por otro, Evolución, el espacio de De Loredo y Martín Lousteau, manifiestan su descontento con la dirección tomada durante la discusión de importantes proyectos legislativos.
El rechazo al acercamiento del Gobierno se acentúa con la fallida estrategia durante el tratamiento de la «Ley de Bases», lo que ha llevado a un grupo de diputados a buscar un cambio de rumbo en la estrategia del partido. Este grupo, compuesto por legisladores tanto de la facción de Manes como de Evolución, exige una postura más firme y opositora, distanciándose de cualquier gesto de conciliación previamente mostrado.
A pesar de las diferencias, se reconoce a De Loredo su capacidad de diálogo y respeto por las distintas posturas dentro del bloque. No obstante, las discrepancias políticas subyacentes amenazan la cohesión interna, poniendo en evidencia la encrucijada ideológica en la que se encuentra el partido.
El primer desafío que enfrentará esta división interna es la próxima sesión especial solicitada por el bloque Hacemos Coalición Federal, que busca tratar una modificación en la fórmula de movilidad jubilatoria. La decisión del bloque radical sobre cómo proceder en esta votación será indicativa de la dirección que tomará el partido frente a los dilemas políticos actuales.