Con toda lógica para alguien sin experiencia en armados políticos ni de cuadros para el Estado, las primeras huellas libertarias parecen ser una mezcla de pragmatismo e improvisación, con toques dogmáticos liberales y de reivindicación noventista.
Sería un error apresurarse a conclusiones definitivas. Milei & Cía. están experimentando en carne propia las complicaciones endógenas para definir equipos, así como las exógenas: el campo minado que deja la administración saliente.
Este proceso se desarrolla además en el marco de una acelerada reconfiguración política, que le regala paradójicamente grandes problemas y oportunidades a LLA, una fuerza que nació apenas hace dos años, que tenía tres bancas legislativas y que asumirá sin gobernaciones propias y como tercera minoría en el Congreso.
Pragmatismo e improvisación surgen de los primeros armados libertarios
Originalmente, tras las elecciones presidenciales que consagraron el balotaje entre Milei y Sergio Massa, el líder libertario se recostó sobre Mauricio Macri, para un acuerdo inicial electoral antioficialismo que le permitiera alzarse con el triunfo.
Macri impulsó ese Pacto de Acassuso en su domicilio privado, en el que Milei hizo las paces con Patricia Bullrich y al que se sumaron esa misma noche Cristian Ritondo y Diego Santilli. El compromiso fue fiscalizar el comicio y generar, en caso de una victoria, iniciativas conjuntas para gestionar con gobernabilidad. O al menos es lo que Macri dice que entendió.
Lo cierto es que el expresidente demostró sus limitaciones para mover a Juntos por el Cambio, y ni siquiera a todo el PRO, detrás de la premisa poselectoral. Peor aún: los gobernadores electos de JxC le hicieron saber a Guillermo Francos (futuro ministro del Interior) que ningún entendimiento con Macri o Bullrich los contenía, empezando por los amarillos Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut).
Ergo, Milei avanzó y Bullrich fue ungida en el Ministerio de Seguridad y Luis Caputo en Economía sin la anuencia macrista, que pretendía un trato más amplio y que incluyera la entronización de Ritondo al frente de la Cámara de Diputados. Macri tomó el desembarco “personal” de Bullrich como una traición, presionó para que se aleje de la presidencia del PRO y va por el control partidario.
Guillermo Francos espera futuros respaldos en el Congreso de un peronismo sin guía
La ruptura entre ambos multiplica además el big bang en JxC, con división de los bloques legislativos incluida. Para echar más leña al fuego, Milei decidió que presida la Cámara Baja el riojano Martín Menem. Un toque más en la recuperación simbólica de aquellos años.
El noventismo del presidente electo tiene su sentido. Su admirado Carlos Menem fue el máximo emblema de un modelo económico liberal ejecutado por un gobierno con respaldo popular. También, el último período duradero casi sin inflación.
Milei resalta además el achique del Estado, las privatizaciones y la modernización de estructuras económicas y de infraestructura anquilosadas. En su homenaje al menemismo, sin embargo, omite los altos costos que tuvo en materia de corrupción, independencia de poderes, desempleo, distribución del ingreso y la distorsión que derivó en el estallido para salir de la convertibilidad.
Como bandera de semejante amnesia, Milei decidió nombrar a Rodolfo Barra al frente de la Procuración General del Tesoro. El hombre que comandará a los abogados del Estado tiene sus antecedentes. Integró la Corte Suprema ampliada de Menem, conocida como de “mayoría automática”, al conceder todos los deseos presidenciales. Luego fue ministro de Justicia, desde donde impulsó una ley mordaza a la prensa crítica. Debió abandonar el cargo al revelar la revista Noticias que había militado en su juventud en una agrupación neonazi de la ultraderecha peronista.
Barra, junto a Roberto Dromi, fueron los padres del andamiaje legal para la reforma menemista del Estado, como expertos en Derecho Administrativo.
Cogobierno vs oposición: la nueva grieta de JxC
Según fuentes de LLA, el nombre del futuro Procurador habría sido sugerido por Francos (quien debutó en política de la mano de Domingo Cavallo) y bajo la presión de Santiago Viola, apoderado del partido y posible secretario Legal y Técnico.
Viola viene clamando por la incorporación de letrados administrativistas, si es que el futuro gobierno aspira a que la Justicia en lo Contencioso Administrativo evite convertirse en la autopista que dé lugar y velocidad a cautelares que frenen los cambios proyectados. A prestarle mucha atención a ese fuero, acostumbrado a un muy bajo perfil. El entrante ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, ya está al tanto.
En el nuevo tablero que se va desplegando, el peronismo intenta salir de a poco del duelo de la derrota y se prepara para su reorganización, en busca de resistir.
Cada quien lo ensaya a su manera, claro. Axel Kicillof es el impulsado por un sector del kirchnerismo para liderar esa tarea, con la anuencia de Cristina Fernández de Kirchner. Le cuesta al gobernador bonaerense reenfocarse en ese rol, cuando lo que le preocupa es cómo será el futuro cercano sin la asistencia de la Nación. Francos trató de brindarle un sosiego parcial.
Detrás de Kicillof aparecen intendentes y algunos mandatarios provinciales. Hay también en esa liga de gobernadores reticencias a sumirse bajo otra jefatura centralista. El cordobés Juan Schiaretti piensa que ahí puede sacar provecho. ¿Será él, de nexos con Milei, o será Martín Llaryora, su autónomo sucesor?
Francos se refriega las manos, haciendo cuentas sobre posibles respaldos en el Congreso de un peronismo en crisis y sin guía. En ese recuento, el ministro del Interior y brazo político del Presidente consagrado incluye a la bancada de la ex-Unión por la Patria, sobre la que augura explosiones.
Fuente Perfil