Guiño de Massa al «gorila de Alfonsín»

Puede ser que algunas ideas cambien y otras no. Se supone que el ex Presidente no hubiera estado con Milei, que lo detesta, y que tampoco hubiera considerado a Massa un socialdemócrata.

Pero la revalorización de Raúl Alfonsín en el ideario del peronismo fue tan drástica como dramática. Le hicieron nada menos que 13 paros y no lo acompañaron en las decisiones más trascendentales, como el juicio a las Juntas Militares, lo reivindican ahora buscando empatía en un electorado que no se siente representado por la candidatura del libertario y puede estar desnortado. Lo que va de aquel desprecio a esta repentina idolatría cabe en la extensa acepción del oportunismo.

El balotaje se define por muerte súbita, solo se cuentan los votos positivos. Esa es la suma que interesa: ni los votos en blanco, impugnados o anulados, juegan más allá de su carga simbólica. Por eso, la “neutralidad” entre Massa y Milei es una toma de posición pública que enuncia una dirigencia pero que el votante resolverá por su cuenta en el cuarto oscuro.

El radicalismo tiene, como el peronismo, un alcance territorial absolutamente más extendido que el del macrismo. En este punto, hay dos aspectos: el primero, la fiscalización de la elección, punto nodal de este balotaje; el segundo, no menos importante, es la composición radical del electorado que ungió a los diez gobernadores que Juntos por el Cambio consagró en las urnas.

¿Fue oportuna, entonces, la ruptura con el radicalismo? Desde el punto de vista práctico, la intensidad de la militancia de Mauricio Macri por la candidatura de Javier Milei afectó gravemente la composición de la alianza opositora, liquidándola en los hechos. La invocación al cambio del ex presidente tiene también una fundamental causa: su disputa personal con Massa, que pasó de aliado táctico a virulento enemigo.

La explicación más racional que brinda Macri para esta entusiasmada militancia por el libertario es que hay una mayoría y esta es la oportunidad para terminar electoralmente con el peronismo. La irrupción de Milei, claramente ubicado a más a la derecha de Macri, fue entre otras cosas producto de la falta de conducción política del PRO, de la astucia de Massa para romper el frente opositor y del oportunismo libertario.

La interna del PRO, que exhibió impúdicamente la ausencia de talento en la conducción de ese conflicto, como la pobreza de la campaña de Patricia Bullrich, pavimentó el camino del fracaso electoral y permitió también que el oficialista aprovechara la oportunidad para alcanzar la pole position en la primera vuelta.

Las encuestas de Córdoba son muy favorables a Milei sobre Massa (70% a 30%) y ese dato lo conoce perfectamente Llaryora, el nuevo gobernador cordobés, de quien se dice tiene una línea abierta con Massa, quien estará en su territorio en estos días.

Milei también irá a Córdoba para alimentar el fervor antikirchnerista en esa provincia y tratar así de neutralizar diferencias en otros distritos. Si cierra allí, se supone que habrá aprendido lo que le costó el aquelarre de su último acto en Villa Crespo, que muy posiblemente ahuyentó a muchos de sus potenciales votantes. Básicamente, Milei quiere repetir el esquema de Macri: ganar bien en los distritos en los que se siente fuerte, como Mendoza, Santa Fe y Capital, y apostar a que eso empareje y hasta supere una posible derrota en la provincia de Buenos Aires y en el norte del país.

La presión de Macri hizo quedar a Milei como dependiente del ex presidente. El libertario, por eso, reivindicó de nuevo la dolarización e insistirá con la casta: mandó un mensaje para que su tropa se quede tranquila, que tendrán su lugar en el presunto gobierno, y también le quiso advertir al macrismo que no es un títere, aunque todos saben que Macri y Bullrich le dieron el combustible para competir cuando ya había llegado a su techo.

Massa también está en el límite: depende de que el aparato justicialista se muestre en toda su ilimitada dimensión y experiencia electoral, que el peronismo demuestre tanta o más resiliencia que el antiperonismo en este balotaje, y que la campaña del miedo y del rechazo a los peligros potenciales y reales del libertario, le acerque la luz necesaria para triunfar.

Una última medición confiable, con la relatividad de estas compulsas, le da a Milei 3.8 puntos de ventaja. La conclusión de esta encuesta en particular es que Massa probablemente no pueda ganar, pero a la vez está claro que Milei la puede perder. Asi de simple y así de confuso

La paridad hace que el debate presidencial sea decisivo.

Fuente: Clarín

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