En abril de 2024, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que una familia tipo en Argentina necesitó $828,158 para no ser considerada pobre y $373,054 para no caer en la indigencia. Estas cifras reflejan los costos de la canasta básica total (CBT) y la canasta básica alimentaria (CBA), respectivamente, que aumentaron 7.1% y 4.2% durante el mes, incrementos que aunque desaceleraron en comparación con marzo, continúan por encima de la inflación interanual.
A pesar de la desaceleración observada en los últimos meses, la inflación acumulada en los últimos doce meses sigue siendo alta, con la CBT aumentando un 307.2% y la CBA un 296.2%, superando la inflación general del 289.4%. Este incremento sostenido en los costos de la canasta básica ha sido un factor clave en la persistencia de altos niveles de pobreza e indigencia en el país.
Especialistas como Aldo Abram y Jorge Colina señalan que la lenta recuperación de los salarios formales y la aún más tardía de los ingresos informales, sumado a la alta inflación, no auguran una reducción significativa de la pobreza en el corto plazo. De hecho, estimaciones privadas sugieren que la tasa de pobreza podría haber alcanzado casi el 45% hacia finales del último trimestre conocido.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, indicó que, aunque se observa una leve mejora en los salarios formales y una tendencia similar en los ingresos informales, el impacto del desempleo y la reducción de horas laborales podría contrarrestar estos avances, potencialmente elevando aún más los índices de pobreza. Según el Observatorio, la pobreza se habría estabilizado alrededor del 54%, mientras que la indigencia podría haber ascendido por encima del 17%, reflejando una crisis socioeconómica que sigue sin resolverse plenamente en Argentina.