Cerrará centenares de oficinas propias de las 1452 que tiene pero abrirá puntos de atención en comercios, estaciones de servicios o intendencias; mantendrán el servicio de pago para 300.000 argentinos no bancarizados y planean reducir los empleados un 40%
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grande y se podría resumir así: el Correo Argentino intentará ser más chico para ser más grande. ¿Es posible? No se sabe, el tiempo dirá, pero ese el camino que se trazó la gestión actual como para seguir el andarivel que trazó el presidente Javier Milei para todas las empresas públicas.
Ahora bien, de qué se trata ese paradigma. El Correo, la empresa pública postal, inició 2024 con 16.898 empleados y 1452 sucursales, entre ellas centenares que están en lugares alejados, con difícil acceso y con poca actividad. Algunas, por caso, ya son inhabitables al punto de haber tenido que alquilar otra oficina en la misma localidad. Un caso que muestra el estado de varias localizaciones. En un pueblo de Santa Fe, por ejemplo, se derrumbó el techo de una sucursal. Jamás hubo presupuesto para el arreglo y la solución fue alquilar otro lugar a pocos metros. En total, de acuerdo a la Memoria y Balance de 2023, la firma tiene 640.000 metros cuadrados y una característica: no tiene una sola camioneta para repartir.
La apuesta es achicar semejante estructura para crecer de otra manera. Según datos que recabó LA NACION, la actual gestión que maneja Camilo Baldini, un exgerente de Abastecimiento, Subdirector General y ahora confirmado como número uno, el Correo tenía entonces 40% de dotación por encima de lo necesario. Al 30 de junio, un retiro voluntario que ofreció pagar alrededor de 50% más de lo que se liquida por la vía convencional dejó aquel número en 12.876 empleados. Claro que no fueron solo desvinculaciones, sino que además hubo también prejubilaciones y despidos. Según los gastos presupuestarios, todo esto demandó $100.000 millones pagados en dos cuotas que envió el Tesoro a la compañía.
Ahora bien, el otro punto, quizá el más palpable del plan, es el cierre de sucursales, miles de ellas existentes desde que el el pueblo coronó la plaza con el nombre de algún prócer. Sucede que el Correo está obligado a prestar el servicio básico universal, que es llegar a todo el territorio nacional, de manera frecuente y a un precio accesible. Ese objetivo fundacional se canalizó hasta ahora con “la oficina”. Pues ahora la actual gestión quiere cerrar sucursales y colocar “puntos de recepción”, un lugar equipado con toda la identificación de la empresa, con las máquina necesarias para recibir y mandar correspondencia, pero atendidos por terceros que quieran colocar el mostrador en su local. O, en su caso, por propios, pero en un espacio ajeno.
“El Correo va a tener un mayor alcance geográfico, llegando a más puntos en todo el país. Esto se va a lograr con un cambio en el modelo de sucursales: se sustituyen muchas de las oficinas tradicionales por ventanillas de correo instaladas en librerías, almacenes, estaciones de servicio y otros locales. Este proceso de modernización contempla que el Correo Argentino siga brindando, cada vez con una mayor calidad y eficiencia, el Servicio Básico Universal (SBU) al que está obligado por ley. Esto significa llegar a todos los habitantes del territorio argentino, en forma permanente, con una calidad determinada, a precios accesibles”, dijo Baldini a LA NACION.
De aquí aquella primera sentencia: “Ser más chicos para ser más grandes”. Ahora bien, ¿podría digerirse fácil la propuesta en lugares donde la “oficina del Correo” es parte de la identidad local? “El Correo pasa por un proceso de modernización que va a beneficiar al ciudadano común porque va a dejar de costarle plata como contribuyente. La empresa tenía previsto para 2024 un déficit de $222.000 millones, básicamente por dos razones: por tener una estructura sobredimensionada y por contar con demasiadas sucursales con el formato tradicional”, sostiene el número uno de la empresa.
Claro que hay una parte de la sociedad que tiene la posibilidad de mirar ese beneficio indirecto, que con el tiempo se convertirá en concreto, pero la oficina cerrada del Correo tiene un simbolismo para nada menor. De hecho, hay un tema más. Después de la pandemia, donde mucha gente se bancarizó a la fuerza, quedó un padrón de 300.000 personas que cobran gracia a que el Correo llega a esos 1482 puntos. Cuentan y juran en los pasillos de la empresa que ese servicio, esencial para personas no bancarizadas que viven en lugares alejados, se va a mantener. Solo que llegarán con otro sistema y que el dinero estará en esas dependencias que quieren abrir. “No están en peligro esos cobros. Además, no son muchos”, dicen quienes esbozan el nuevo plan de negocios.
De acuerdo a los datos de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), la sociedad venía sin pedir dinero, pero en mayo reportó un número impactante: $151.000 millones. “La gran mayoría de los pesos son para pagar el plan de retiros voluntarios. En general, lo que se hace es presentar un plan y el Gobierno autoriza; y, si aprueba, pues entrega el dinero para pagar las indemnizaciones”, dice una fuente que conoce los dos lados del mostrador. Según datos del mercado, la empresa está en rango de equilibrio operativo. Es decir, equilibró ingresos y gastos, pero está lejos de generar algunos pesos como para poder solventar una reestructuración, sea de personal o edilicia.
El año pasado, de acuerdo con el balance público presentado por la compañía, la pérdida del ejercicio fue de $112.000 millones. Ese número actualizado son los $222.000 millones que se proyectaban para este año.
De regreso al cierre de sucursales y aperturas de los llamados puntos de venta, el plan oficial incluye abrir 5000 lugares de recepción. Lo van a ofrecer a comerciantes, municipios e, incluso, a otras entidades públicas. La idea, claro, es ser rentable y fortalecer los cuatro principales servicios que presta: el tradicional de recepción de correspondencia, la distribución de paquetería de comercio electrónico, el servicio y transporte electoral, y la logística integral. El nuevo Correo tendrá algunas sucursales que quedarán con el formato actual (con oficina propia y empleados), mientras otras pasarán al formato de stand dentro de locales de kioscos, estaciones de servicio, etcétera. El propósito está claro: bajar costos fijos, pero también tener una red con más capilaridad.
Una de las ideas camporistas que surgió en medio de la pelea del kirchnerismo con Mercado Libre, puntualmente con su fundador, Marcos Galperin, fue el portal Correo Compras, que deberá discontinuarse para poder cumplir con el objetivo principal. El 29 de febrero último, sin pena y sin gloria, se discontinuó el portal. Ahora la decisión está tomada: cerrarlo definitivamente.
Otro tema que generó incógnitas cuando empezó el ajuste. Se trata de la capacidad que debe tener la empresa para poder prestar el servicio electoral, otra de las grandes unidades de negocios de la firma estatal. ”Eso va a continuar sin variaciones. El Correo Argentino cuenta actualmente con 12.876 empleados y la celebración de elecciones involucra aproximadamente a 76.000 en todo el país, incluyendo, además de los trabajadores telepostales, a empresas transportistas, el comando electoral y demás personal de la justicia electoral. Como se trata de un evento que sucede cada dos años, e implica unos pocos días de trabajo muy intenso, el Correo contrata históricamente personal eventual para cumplir todas las tareas relacionadas con la elección. En 2025 se conducirá de la misma manera”, comenta Baldini.
Y hay un asunto más: los envíos internacionales. Actualmente, la Argentina tiene restricciones para que se envíen paquetes desde el exterior por compras domésticas, pero también para enviarlos. El Correo es el representante argentino en la Unión Postal Universal (UPU), un organismo que acordó mediante un convenio la prestación del servicio postal universal. Esa pertenencia lo ayudaría a que sea la opción preferida a la hora del comercio electrónico con el exterior. Pero los ejecutivos no dejan de ver una enorme oportunidad en el asunto. En el fondo, confían en la promesa presidencial de derrumbar el cepo y liberalizar la economía. Apuestan a ser el correo elegido de quienes compran afuera.
Con todo, se se ejecuta el plan, pues el Correo tendrá menos oficinas, pero, según los cálculos oficiales, más puntos de recepción. Una apuesta enorme y arriesgada en un país con la religión del Estado presente que vea cómo se cierran centenarias estafetas y se reemplazan por un mostrador ploteado en el almacén de la vuelta.