27 de marzo de 2024 – En el escenario político argentino actual, Javier Milei y el kirchnerismo parecen estar adoptando una táctica de confrontación directa, manteniendo así la división ideológica en el país, también conocida como «la grieta». Ambas partes, por razones diferentes, están buscando ganar tiempo: Milei, para gestionar expectativas frente a la compleja situación económica; y el kirchnerismo, para preservar la cohesión interna ante posibles fisuras.
La conmemoración del 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, evidenció esta polarización a través de discursos extremos. Sin embargo, esta dialéctica de «Narrativa M» versus «Relato K» tiene un propósito utilitario claro: dominar la agenda política y mantener a ambas facciones como figuras centrales en el debate público.
Esta estrategia de elección del enemigo ha generado malestar incluso dentro de los propios bandos, particularmente en el ámbito legislativo, donde la necesidad de diálogo y negociación se ve obstaculizada por las posturas intransigentes de los líderes. El oficialismo, por ejemplo, enfrenta desafíos por su condición de minoría, y las escaladas retóricas contra la «casta» política sin distinciones han generado fricciones con aliados y sectores dialoguistas.
El kirchnerismo, por su parte, ve en la tensión política una forma de mantener unida a su base frente a los desafíos internos y externos, aunque esto limite su capacidad para negociar con otros sectores, incluyendo algunos gobernadores peronistas.
El 24 de marzo, entonces, se convirtió en una plataforma para reafirmar estas narrativas confrontativas, banalizando incluso el número de desaparecidos durante la dictadura. Ambos sectores buscan, de esta manera, consolidar una visión polarizada de los años 70, ignorando la posibilidad de una reflexión más amplia y crítica sobre la violencia política de esa época.
En este contexto, tanto Milei como el kirchnerismo continúan alimentando la grieta con declaraciones provocativas y gestos simbólicos, como el debate sobre el posible cambio de nombre del Centro Cultural Kirchner (CCK). Estas acciones no solo reflejan las estrategias políticas de ambos bandos, sino también la profunda división que persiste en la sociedad argentina.
En conclusión, la confrontación entre Milei y el kirchnerismo no es solo un reflejo de diferencias ideológicas, sino una estrategia calculada para mantener el control de la agenda política. Sin embargo, esta táctica también revela las tensiones y desafíos internos que enfrentan ambos sectores, así como la necesidad de una visión política más inclusiva y constructiva para el país.
Extracto: La confrontación entre Javier Milei y el kirchnerismo evidencia una estrategia para dominar la agenda política, pero también destaca las tensiones internas y la necesidad de superar la división ideológica en Argentina.