En un contexto de calles semivacías y falta de entusiasmo, el referéndum en Venezuela sobre el territorio del Esequibo, organizado por el presidente Nicolás Maduro, resultó en un revés significativo para el régimen, marcado por una alta abstención. A pesar de la celebración del oficialismo por el triunfo del “sí”, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha proporcionado detalles sobre la participación.
La consulta, realizada en un momento de tensión diplomática con Guyana, no logró captar el interés del pueblo venezolano, ya agotado por las dificultades económicas y políticas del país. Este hecho contrasta con las primarias de la oposición en octubre, que impulsaron a María Corina Machado al frente del bloque democrático.
La jornada estuvo marcada por intentos desesperados del gobierno para aumentar la participación, incluso extendiendo el horario de votación más allá de lo legalmente permitido. Sin embargo, la falta de entusiasmo fue evidente, y la participación fue mucho menor en comparación con eventos electorales previos.
Críticos del chavismo, incluido el exvicepresidente Rafael Ramírez, han interpretado el referéndum como un revocatorio simbólico para Maduro. Mientras tanto, líderes de la oposición como Henrique Capriles reconocieron la baja participación y rechazaron el proceso.
El referéndum también ha causado división dentro de la oposición, con algunos líderes participando y otros rechazando el proceso. Esta situación refleja el descontento generalizado y la crisis política en Venezuela, donde el régimen de Maduro enfrenta crecientes desafíos tanto a nivel nacional como internacional.