Sus comienzos en la Ucedé y su mutación al peronismo. La disputa con el kirchnerismo en 2013 y el regreso en voz baja. A qué se enfrenta con la inflación por encima del 100%.
Sergio Tomás Massa tenía 41 años en 2013, cuando le ganó al kirchnerismo la elección legislativa en la provincia de Buenos Aires. Fue un momento de esplendor para su carrera. Envalentonado con los amigos del campeón, fue por todo. Dos años después terminó tercero, muy por debajo de Mauricio Macri y Daniel Scioli. Y cuando parecía que su estrella se apagaba, al filo de una nueva elección, eligió disputar el poder a quedar en la platea y se reconcilió con Cristina Fernández de Kirchner.
Nacido en 1972 en un hogar de clase media llegó a la política en la Unión de Centro Democrático (Ucedé). Durante la década del ’90 aprovechó la alianza del partido con Carlos Saúl Menem para acercarse al peronismo. En 1999 fue elegido diputado provincial por el PJ y luego del estallido del 2001 llegó a un puesto clave: la dirección de la seguridad social, la ANSES. En su llegada incidió Fernando “Pato” Galmarini, su suegro, peronista bonaerense muy cercano al entonces presidente Eduardo Duhalde. Desde entonces, el ahora precandidato presidencial tuvo idas y vueltas, pero nunca se fue del peronismo.
Kirchnerismo, ANSES y Tigre
Ya en tiempos de Néstor Kirchner, Massa buscó acrecentar su poder, y Tigre terminó siendo una suerte de búnker dentro de Buenos Aires. Apostó de lleno y en 2007 se lanzó por la intendencia. «Kirchner se enteró por la televisión», contó días atrás en una entrevista sobre ese momento clave. El resultado fue un triunfo que lo posicionó como dirigente capaz de enfrentar una elección. Y ganarla.
De licencia en ANSES, se enfocó en Tigre, sin dejar de mirar lo que pasaba en Casa Rosada. A la espera de una oportunidad que le permita ganar terreno, tuvo su recompensa cuando Alberto Fernández dejó la Jefatura de Gabinete en 2008 tras la crisis con el campo. En su lugar asumió Massa y aceleró: presentó la reestatización de Aerolíneas Argentinas.
Tras la crisis llegó una elección legislativa clave para los Kirchner: fue el momento de las «testimoniales» del 2009. A pesar de poner todo lo que tenían, el triunfo se lo quedó una estrella fugaz: Francisco De Narváez. Esa derrota caló hondo. Días después, renunció a la Jefatura de Gabinete, pensando que los Kirchner tenían fecha de vencimiento, y se refugió de nuevo en Tigre.
Ruptura con Cristina, Frente Renovador y derrota con Macri
En 2011, sin embargo, Cristina Fernández de Kirchner reeligió con el 54% de los votos, pero ya sin su compañero personal y político. El fallecimiento de Kirchner había generado un ruido mayúsculo en el kirchnerismo. Había una idea de acuerdos que no se cumplieron.
Massa ya estaba decidido a romper. Dejó pasar ese año, reeligió en Tigre y aguantó. No lo hizo solo. Tejió por abajo con intendentes dispuestos a acompañarlo y se lanzó con el «Frente Renovador» en las legislativas de 2013. Venció a Martín Insaurralde en 109 de los 135 municipios y sacó más de seis puntos de diferencia.
En 2015 impulsó una alianza con la Unión Cívica Radical, de la mano de Gerardo Morales, para llegar a la presidencia. Pero la convención de Gualeguaychú decidió acompañar a Macri, que terminó ganando el balotaje de ese año. La ampliación del espacio massista se llamó Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), pero no hubo espacio para él. Era el momento de Macri.
Massa no se detuvo en la derrota y en un primer momento se acercó al nuevo presidente. Durante el primer año de Cambiemos fue clave para votos que necesitaba un oficialismo en desventaja para aprobar leyes importantes. Pero la ruptura con Macri llegó pronto y en 2017 volvió a jugar en las elecciones. Esta vez se alió a Margarita Stolbizer, en un intento por mantenerse relevante en el centro de la escena política.
La grieta entre Cristina y Macri lo relegaba a ser un mero espectador. En esa legislativa quedó tercero en la provincia de Buenos Aires. Tuvo dos millones y medio de votos menos que Cristina Kirchner, que había formado «Unidad Ciudadana» casi en soledad y con todo el aparato de Cambiemos enfrentándola. Su estrella parecía apagarse.
La vuelta al poder: Frente de Todos y Ministro de Economía
Llegó 2019 y la polarización entre el kirchnerismo y Cambiemos le dejaba poco espacio a la «Tercera Vía». El peronismo estaba fragmentado y parecía inevitable la reelección de Macri. Massa exploró un acuerdo con Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey, Florencio Randazzo y Miguel Ángel Pichetto. Pero por las dudas, fiel a su estilo, ya había tendido puentes con Máximo Kirchner.
El escenario se definió con la jugada de Cristina Kirchner y su elección de Alberto Fernández como candidato a Presidente, con ella de vice. Con un tuit y un video en la mañana del aquel sábado 18 de mayo, el peronismo se comenzó a ordenar. Los gobernadores aplaudieron la jugada. Massa parecía en offside por primera vez en su vida. La tercera vía explotó. Pichetto eligió ir como vice de Macri. Y el tigrense selló un acuerdo con el kirchnerismo para fundar el «Frente de Todos».
La alianza le generó un ruido muy fuerte dentro de su espacio. Había dirigentes del Frente Renovador que odiaban al kirchnerismo, y el propio Massa había hecho campaña contra «los ñoquis de La Cámpora». Pero el entonces diputado priorizó su supervivencia y ganarle a Macri. Ir por afuera para mantener una convicción para la tribuna no era una opción.
Con el triunfo de Alberto y Cristina en primera vuelta, Massa asumió la presidencia Cámara de Diputados y se quedó con ministerios clave como el área de Transporte. Desde diferentes lugares de gestión fue construyendo una nueva identidad. La crisis de Martín Guzmán en Economía le generó un problema, pero una gran oportunidad. Asumió como nuevo ministro a mediados de 2022 para frenar la corrida y barrió con sus rivales internos. Unos 20 años después de su primer cargo ejecutivo, desde allí apostó a ser el candidato a Presidente, con el aval de Cristina Kirchner.
Lo que parecía imposible cuatro años antes lo logró en los últimos 100 metros. Pese a los malos resultados de inflación, ese viernes 23 de junio Cristina entendió que no tenía candidato potable. Debía caer en manos de Massa. Desde entonces, conviven el ministro y el candidato. Hoy, con una inflación galopante, por encima del 100% y un dólar que camina por los 600 pesos, Massa sigue apostando. Y lo seguirá haciendo hasta que pueda llegar a la Casa Rosada.
Fuente: Perfil